Tipos de Techos o Tejados
Estructura de un Techo
La arquitectura de un inmueble influye en la forma del techo, pero la mayoría de los techos comparten elementos estructurales fundamentales que garantizan estabilidad, durabilidad y protección contra los elementos climáticos. A continuación, se describen los principales componentes:

- Limahoya: Línea de intersección entre dos faldones que actúa como canal de drenaje para el agua de lluvia, permitiendo su flujo controlado hacia los desagües.
- Limatesa: Línea de intersección entre dos vertientes opuestas que sirve para separar y dirigir el agua de la lluvia hacia los extremos del techo.
- Faldón: Cada uno de los planos inclinados que conforman la cubierta de un techo, proporcionando la inclinación necesaria para la evacuación del agua.
- Cumbrera: La parte más alta del techo, donde se encuentran dos faldones inclinados. Generalmente, se refuerza con materiales impermeabilizantes para evitar filtraciones.
- Alero: La sección del techo que sobresale de las paredes del inmueble. Su función principal es proteger las fachadas y ventanas de la lluvia, el sol y el viento.
- Cornisa: Elemento decorativo y funcional que se coloca en la unión entre el techo y la pared, proporcionando mayor estética y resistencia estructural.
Clasificación de los Techos
Los techos pueden clasificarse en diferentes tipos según su forma y diseño estructural. Esta clasificación es fundamental para elegir el tipo de cubierta adecuado, dependiendo del clima, la estética y la funcionalidad del inmueble.
1. Techos Planos
Son cubiertas con una inclinación mínima que generalmente no supera los 10 grados. Son comunes en edificaciones modernas y suelen utilizarse en zonas de poca precipitación. Se recomienda el uso de impermeabilizantes y drenajes adecuados para evitar acumulación de agua.
2. Techos de un Agua
Constan de un solo faldón inclinado en una dirección. Son sencillos de construir y permiten un drenaje eficiente del agua de lluvia. Se utilizan en cobertizos, porches y edificaciones minimalistas.
3. Techos de Dos Aguas
Se caracterizan por tener dos faldones inclinados que se unen en la cumbrera, formando una estructura en forma de «V» invertida. Es una de las opciones más comunes en viviendas, ya que permite una evacuación eficiente del agua y una buena ventilación del ático.
4. Techos de Cuatro Aguas
Este tipo de cubierta cuenta con cuatro faldones inclinados, lo que proporciona mayor estabilidad estructural y resistencia al viento. Son ideales para regiones con climas extremos y se encuentran en casas de estilo tradicional y rústico.
5. Techos Quebrados o Mansarda
Tienen varias pendientes en cada faldón, permitiendo aprovechar mejor el espacio interior. Son típicos de la arquitectura francesa y ofrecen un ático habitable, aumentando la superficie útil de la construcción.
6. Techos en Diente de Sierra
Compuestos por múltiples pendientes con inclinaciones alternas que permiten la entrada de luz natural en naves industriales y fábricas. Su diseño facilita la ventilación y el aprovechamiento de la iluminación natural.
7. Techos Abovedados
Los techos abovedados presentan una curvatura que puede adoptar distintas formas, como bóvedas de cañón o de arista. Son característicos de edificaciones antiguas y modernas, proporcionando un toque arquitectónico distintivo y una mejor distribución del peso.
Materiales y Consideraciones para la Instalación de los tipos de techos
El material de cobertura de un techo varía según la inclinación y el uso previsto. Las tejas, por ejemplo, son una opción popular para techos inclinados, pero no son adecuadas para techos planos o con una inclinación menor a 8.5 grados. Otras opciones incluyen láminas metálicas, pizarra, madera y hormigón, cada una con ventajas específicas en términos de durabilidad, aislamiento y mantenimiento.
La elección del techo adecuado depende de factores como el clima, el presupuesto y la estética deseada, garantizando así una construcción segura y eficiente.
Además, es importante considerar el mantenimiento periódico de los techos, ya que la acumulación de hojas, polvo o humedad puede afectar su durabilidad. Un correcto aislamiento térmico y acústico también contribuye a mejorar la eficiencia energética del edificio, reduciendo costos de calefacción y refrigeración.